Uno de los doce barrios antiguos del Inca Cusco, San Blas era conocido como T’oqocachi. En ese momento, T’oqocachi se alzó desde la ciudad de Cusco, delimitada por el río Tullumayo, en una serie de terrazas escalonadas que eran agrícolas y contenían santuarios significativos a lo largo del camino, una de las cuatro carreteras principales que dejan el corazón del extenso Imperio Inca. La gente usó este camino para llegar a Sacsayhuaman y más al norte, a lo largo de una carretera Inca hacia las tierras bajas de la selva.

En 1562, el virrey Toledo construyó una pequeña capilla, hoy conocida como la iglesia de San Blas. Se cree que la iglesia se levantó sobre un templo Inca con la idea de catequizar a los Incas. Así comenzó la invasión colonial de T’oqocachi. El distrito se convirtió en un crisol cultural y en el principal asentamiento de artistas y artesanos de la zona.

Hoy, San Blas es conocido como el barrio de los artesanos, no solo porque posee una de las obras más famosas de talla de madera de Cusqueño, el púlpito de San Blas, sino también porque es un bastión de artesanos que han practicado y atribuido sus habilidades en escultura y pintura durante muchas décadas. La familia Mendivil, entre otras, tiene varias tiendas en el área, manteniendo viva esta rica tradición.

Durante el día, San Blas es un pequeño y encantador distrito pintoresco, lleno de pequeñas tiendas, cafeterías y calles estrechas de adoquines donde puedes ver una gran variedad de artistas trabajando. Por la noche, el barrio de San Blas cobra vida con muchos bares y restaurantes para elegir y disfrutar.